Más luz sobre la muerte de mi disco duro
Editado a las 01:00 del 2004-06-08
El domingo pasado la tormenta con aparato eléctrico que azotó Madrid nos obsequió con unas preciosas imágenes (especialmente las de unos relámpagos que, en la lejanía, no parecían dirigirse al suelo sino que parecían saltar entre una nube y otra). Hasta salí al balcón de casa para admirar el espectáculo, pero al cabo de unos momentos la visión del cielo cruzado de rayos sobre mi cabeza y el recuerdo del hombre que, no hace tanto, fue alcanzado por un rayo cruzando un puente sobre la N-V (precisamente a la altura de Alcorcón) me animaron a meterme dentro.El caso es que reparé en que el ordenador estaba en marcha y no me pareció prudente dejarlo funcionando con semejante tormenta encima (normalmente no suelo inquietarme por la suerte de mi ordenador durante una tormenta, pero juro que esta ha sido la más grande que he visto en mi vida). Apagué el ordenador sin más incidentes y lo desconecté de la red, por si las moscas.
Ayer por la tarde, el ordenador no arrancó.
Pasados los primeros momentos de pánico (no pudo ser la tormenta, no pudo ser la tormenta...) desmonté el equipo y analicé la situación. El ordenador hacía el amago de arrancar y, al cabo de uno o dos segundos, se apagaba. Más concretamente, se activaban los ventiladores de caja y CPU, y los discos duros comenzaban su giro habitual justo antes de que todo se apagara. Tras esto tenía que desenchufar la fuente y volver a enchufarla para que el botón de encendido del ordenador funcionase otra vez. Supuse que algún componente tenía un problema eléctrico y la fuente se estaba protegiendo de alguna manera.
Pinchando y despinchando componentes (discos, disquetera, grabadora de CD....) llegué a la terrible conclusión: el ordenador no arrancaba si tenía enchufado el disco duro que recientemente tuve que comprar. Otra vez el mismo horror (y otra vez sin copia de seguridad, claro que para lo que me ha dado tiempo a meter...)
La sensación más curiosa fue cuando cogí el disco duro en mi mano, para ver si notaba alguna vibración extraña. Era como un pajarillo, un gorrión o algo por el estilo, que cuando lo tienes en la mano hace como por aletear. Pues lo mismo, el disco duro hacía dos intentos de echarse a andar, como dos latidos o pulsaciones que se notan perfectamente, y luego se notaba también cuando se daba por vencido y todo se apagaba. El maldito pajarrac... digo, disco hasta entonces había estado funcionando sin problemas. El último uptime había sido una semana.
No sé si por desesperación, o porque no tenía nada que perder, pero probé con otra fuente de alimentación que tenía en el trastero y acabé respirando tranquilo cuando comprobé que con esta nueva fuente el sistema arrancaba sin mayor inconveniente.
Conclusión: la fuente anterior no era capaz de suministrar la potencia necesaria para tirar del disco nuevo -que, al ser mayor, probablemente consuma más que el resto de componentes-. La única inquietud que tengo ahora es que la fuente con la que he sustiutido a la anterior es exactamente de la misma marca, una Agiler (sobre la cual una búsqueda en Google no desata precisamente el entusiasmo). Así que supongo que no es muy sensato dejar componentes que valen en total unos 500€ en manos de una fuentecilla de alimentación que vale 20€.
(Alguien dirá: ¿y qué coño tenía que ver la tormenta en Alcorcón con esto? Pues nada, pero algo de emoción había que darle a la historia)