La caló y el gordo de la Cerveza Victoria
Editado a las 01:00 del 2004-07-01
Reflexiona hoy JJ acerca de la caló que venimos padeciendo estos días. Más concretamente, nos dice:"Aquello de pasar las horas de calor con un paipai, debajo de un chaparro o simplemente donde haya corriente (...), ya ni se recuerda."
Todo esto me ha traido a la memoria cómo pasaba uno la caló hace quince, veinte años. En todo caso, el calor no era motivo de desesperación ni amagura; al contrario, era motivo de celebración y de un estado vital de cierta alegría. Cabe preguntarse por qué.
En primer lugar porque en aquel entonces uno era un crío y en verano (los tres largos meses de verano) un niño se lo pasa bomba haga o no haga calor. Así que, en cierto modo, el calor significa vacaciones cosa que cuando se es mayor ya no es tan cierta.
En segundo lugar, conforme nos hacemos mayorcitos aguantamos menos los extremos. Cuando hace frío tenemos más frío y cuando hace calor tenemos más calor. Conjúguese esto con el motivo anterior y el infierno comienza a adquirir forma.
En tercer lugar, hace años no había alternativa: o te asabas o te cocías, así que había un componente de resignación. Hoy hasta el coche más modesto tiene aire acondicionado y un chisme de estos se puede colocar en cualquier piso, con tanto aparato portátil. Nos hemos aburguesado con tanto equipo de climatización.
De tanto volver la mirada atrás he terminado recordando un icono (ya desaparecido) de mi Málaga natal: el Gordo de la Cerveza Victoria:
Miradlo. Qué pinta de contento tiene, el muy cabrón. A pesar del calor que está pasando todo parece no importarle porque es feliz con su cerveza. ¡Eso sí que es pasar el calor con gallardía: con chaqueta y corbata, como un campeón! No hay aire acondicionado que haga falta, sólo una sombrita, un sombrero de paja (pa cuando hay andar bajo el solano) y por supuesto la inevitable Cerveza Victoria: malagueña y exquisita. Como el terral.