Hiperuricemia
Editado a las 01:00 del 2004-11-23
Pues sí, señores. Hiperuricemia. Bonito palabro, ¿verdad? En mi caso podría haber sido cualquier otra cosa: el colesterol, azúcar, lumbalgias, miopía (bueno, de eso ya le gano a cualquiera), cefaleas, leucemia o, simplemente, tontuna o friquicismo. Pero no, se trata de hiperuricemia. O, dicho en cristiano: niveles excesivamente altos de ácido úrico en la sangre (bueno, dicho así tampoco queda muy cristiano. Ése ha sido el resultado del análisis de sangre que me hicieron en la revisión anual. ¿Altos? ¿Cómo de altos? ¿Un poco subidillos, o realmente estratosféricos? Pues según mis indagaciones en Google (hey, si Volkerding lo hace, yo no voy a ser menos) mis niveles son a todas luces inaceptables: 9,5 mg/dl. A partir de los cuarenta (lo cual es pasado mañana, como quien dice) tendré un 33% de posibilidades de padecer gota. Como un cañón cargado con 2 balas en la ruleta rusa de la decrepitud. Si todo sigue así, el interior de mi cuerpo irá llenandose lenta pero irremisiblemente de tofos (otra inquietante palabra) y mi vejez será la de un gotoso para el que el más mínimo movimiento será una tortura digna de zenobita.Si partimos de la hipótesis de que mi uricemia proviene de mi dieta, ¿de qué armas dispongo para combatirla? Los media no dejan de bombardearnos con lo que sería una dieta sana para gente con el colesterlo o el azúcar por las nubes, pero para el ácido úrico, ¿qué? ¿Por qué se nos discrimina a los hiperuricémicos de esta manera? ¡Exigimos nuestros derechos!
Un ejemplo: a uno le parece que comerse una ensaladita de tomates, con algo de maíz y atún podría ser muy sano.... ¡pues no! Para un hiperuricémico el atún (por mucho Omega-3 que le pongan los de Isabel) está prohibido. Y así las anchoas, las gambas, las lentejas y guisantes, las carnes rojas (adiós, solomillo de cerdo, adiós entrecó de ternera), el marisco en general, el pescado azul (ay mis jureles...) la lista puede extenderse prácticamente a todo lo que me gusta. (Claro que por eso se explica mi situación actual).
"¡Qué exagerado! Pero algo te habrán dicho que puedes comer los médicos a los que seguramente ya has consultado". Así es. El médico de cabecera (y la propia empresa encargada del ánálisis, todo hay que decirlo) me han pasado sendas dietas con alimentos bajos en purinas, convenientemente divididas en "alimentos a elminar", "alimentos a consumir sólo en bodas bautizos y comuniones celebrados en el día 15 del mes" y alimentos de los que se puede comer todo lo que uno quiera. De éstos últimos, quitando cosas como el repollo y la coliflor (¡antes muerto!) me quedan poco más que el pollo, la lechuga, la merluza y los frutos secos (qutiando los cacahuetes). El alcohol queda también completamente desterrado (¿pero no quedamos en que era bueno endiñarse un vinillo entre comidas?) y hay que hacer algo de ejercicio físico (nos ha jodido, éso se lo recomiendan incluso a los sanos: creo que es para tener algo que echarte en cara cuando aparezcas completamente apiltrafado por la consulta). Del tabaco no se dice nada, así que al menos me puede quedar el consuelo de hacerme fumador y castigar otros subsistemas de mi cuerpo si veo que mi salud no mejora.
Eso sí, chocolates y dulces no están contraindicados. Ese consuelo que me queda.