Internet: ¿el fin de Correos?
Editado a las 23:59 del 2005-07-11
Con esto de la Internet y otras diversas redes telemáticas, en estos tiempos que corren uno puede enviar un mensajito compuesto de electrones a cualquier parte del mundo. Una proeza maravillosa y cotidiana que sin embargo nos pone un peldaño (o dos) por encima de grandes e ilustres personalidades. Pongamos por caso una de las mentes más preclaras de la Ciencia: Sir Isaac Newton no podía sino comunicarse con sus colegas si no era enviando legajos garabateados a pluma. Lo cual obligadamente ralentizaba el ritmo de las argumentaciones y las debería de hacer cuasi eternas. No podemos ni imaginar lo que hubiera conseguido Newton si hubiera tenido a su disposición el correo electrónico. O, quién sabe, quizá no hubiera hecho nada y se hubiera pasado media vida flameando y troleando contra el recalcitrante Leibnitz.Bueno, a lo que iba. La cuestión es que no es difícil pensar que con la cosa del correo electrónico las venerables instituciones que han venido dedicándose al negocio de repartir cartas de un lado a otro del orbe se verán inmersas -poco a poco- en una tremenda crisis que las hará desaparecer.
Pues bien: hoy, como primicia para mis lectores de Yogur Griego, me atrevo a afirmar que en España esto no va a ocurrir. Correos gozará de una salud robusta y magnífica gracias a Internet. Y la causa de ello será el burofax, ese salvoconducto que parece ser la única vía de escape que les queda a los clientes ciertos proveedores de acceso a Internet tan recalcitrantes como una flame entre Gottfried e Isaac.
¡Lo que no son cuentas son cuentos, señores! Veamos: en los últimos cinco años he sido cliente de tres proveedores de Internet (bueno, de cuatro, pero Wanadoo absorbió a eresMas). De dos de ellos me he dado de baja usando sendos burofaxes con certificación de contenido, al precio de unos 20¤ por proveedor y del tercero aún no me he dado de baja (y espero no tener que hacerlo en una temporada larga, cruzaremos los dedos).
En total, 40 doblones de a euro que se lleva Correos y Telégrafos de mi bolsillo por la fatigosa tarea de sellar una fotocopia -que por cierto has de llevar tú mismo, no vayamos a arruinar los márgenes de beneficio- y llevarla a su destino y recoger una firma.
Y todo gracias a Internet y el sinvergoncerío de los proveedores de acceso. Y con el ADSL la cosa ha ido a más; con lo zarrapastrosos (pero caros) que resultan ser los centros de atención telefónica de los proveedores, te trae a cuenta enviar directamente el burofax: con un par de sesiones kafkianas al teléfono contra un teleoperador, una IVR o, peor aún, la locución de música en cola, en realidad el gasto sale a cuenta.
Lo dicho: Correos tiene un brillante futuro asegurado.