La apertura
Editado a las 20:09 del 2005-11-25
Mientras yo sacaba la cámara, una maquiavélica mente maestra planeaba mi aniquilación entre alfiles metrosexuales, torres con cañones y fieros peones.
El muy pillastre me vió enrocarme: «Tito, eso no se puede hacer» «Claro que se puede, se llama enrocarse y bla bla bla». Al cabo de un par de movimientos, él hizo lo mismo.
Me dejé perder, que conste.