Despedida y cierre
Editado a las 08:22 del 2007-01-18
«No hay más cera que la que arde, y detrás del último no viene nadie»Con estas absurdas palabras entré ayer en el despacho de mi Jefe de División en Telefónica I+D, dando por concluida mi relación profesional con la empresa cliente donde he estado prestando mis servicios durante seis años. El momento había llegado, dije lo que tenía que decir y escuché lo que esperaba escuchar.
En cuanto a Alma Technologies, en cuya plantilla he militado durante todo este tiempo, sólo puedo decir que jamás he tenido problema alguno con ellos (si bien tampoco he esperado demasiado) y en la gestión de mi baja no ha habido mayores pegas. Nada te debo, nada te pago (salvo el finiquito).
Explicar las razones por las que me voy de un lugar que es (por las referencias que tengo) de los mejores donde trabajar como personal externo requiere que me extienda un poco, y que además explique a dónde me voy.
Mi nuevo destino profesional es The Cocktail, también conocida como la Gran Corporación, cuyo PDM dirige el Dr. K y es perpetrado por sus secuaces (estos son sólo dos)
Así que dejo los C++, CORBA, Emacs, threads y pjtools por Ruby, Rails, Emacs y Subversion. Desde que leí My Job Went To India hace año y medio lo tenía bastante claro: por suerte o por desgracia la profesión de informático te obliga a reciclarte con cierta periodicidad, cada década más o menos, y la clave sobre la que pivota el libro de Chad Fowler es que no es algo que uno pueda escoger: es una feature más. Y tal y como estaba mi mundo a día de ayer no podía aspirar al puesto de trabajo indefinidísimo, como ese que ejerció mi padre durante 30 años. Es más, no creo que mucha gente pueda aspirar a eso salvo los que aprueban oposiciones.
Mi ciclo tecnológico había acabado: me bastaba mirar mi currículum. Lo único que me quedaba era formarme en algo que me permitiera seguir ofreciendo un perfil competitivo, lo que descartaba Java automáticamente y no por la tecnología en sí sino por el simple hecho de que debe de haber miles de desarrolladores Java en este país. Y en Bangalore ni te cuento.
Mirando un poco más allá, me topé con Rails y acto seguido descubrí Ruby, vi que con ellos podían hacerse cosas interesantes y decidí apostarlo todo a ese caballo. Los frutos de esa investigación están por aquí Y con todos estos ingredientes en la coctelera (con perdón) sólo me quedaba esperar. Pero no imaginaba que esperaría tan poco tiempo. Las cosas se precipitaron a finales del año pasado y esta oportunidad no la podía dejar pasar.
Hoy he dormido poco, igual de poco que dormí el 18 de septiembre de 1998 cuando empezaron mis días de trabajo en Madrid. Pero tengo ya muchas muescas en mi revólver, algunas de las que sentirse orgulloso y otras que fueron tiros en el pie. De todas aprende uno, y a mi me
quedan todavía muchas balas en el cargador.
Ah, por cierto, el blog vuelve a estar abierto.