¡Qué pelo más guay!
Editado a las 03:06 del 2003-02-12
El Sábado pasado tocó fin de semana cultural. Después de aparecer por el Conde-Duque para ver lo del festival de ilusionismo -llegamos una hora antes y había una cola que ya hubiera querido para sí la Expo92; al menos había que intentarlo- dirigimos nuestros pasos al Plan B, que no era más que la obra de teatro "Qué Pelo más Guay" de los Sexpeare, en el Teatro Alfil de Madrid.Pagar 15 euros por reírse a mandíbula batiente durante buena parte del espectáculo, en estos días que corren, es una ganga. De Sexpeare ya había visto la representación "Hipo", pero esta vez se han superado con una obra algo menos provocadora pero sin embargo más atrevida y paranoica, si cabe, que el apocalipsis sarasa que proponían en "Hipo".
La historia va de dos maleantes, Eddie y Frank, que llegan con una maleta cargada de cocaína ("Por favor, no se rayen", es el lema de la obra) a una peluquería abandonada en espera del comprador. Pero la peluquería resulta ser un lugar mágico -paranormal, dirían algunos- y ocurrirán cosas increíbles que en principio no parecen tener sentido pero que al final acaban teniéndolo. La puesta en escena es sencilla, pero contundente. Es grande el juego que le sacan a los efectos de sonido, a los "apagones" que anteceden a un cambio de escenario sin cambio de escenario, a los mutis vertiginosos.
Una de las cosas que más me sorprendió a lo largo de la función fue el comprobar mi grado de friquidez: me reí un par de veces con pequeños detalles que el resto del público no percibió -o no disfrutó como yo-. Otra cosa que me sorprendió y molestó fue la falta de respeto del público asistente -bastante joven-. Hubo gente entrando y saliendo de la sala continuamente, al parecer impelidos por la urgencia de comunicarse por telefonino con otros congéneros de su especie. Por supuesto uno de los actores no se iba a quedar con las ganas de reprochar, a su manera, la falta de respeto, arrancado la carcajada del irrespetuoso respetable.
