Condiciones de trabajo

Editado a las 04:31 del 2003-03-05

En el lugar donde trabajo estoy embutido en un laboratorio con unas veinte personas más. No deja de ser un lugar ciertamente agradable: el ambiente entre los que allí estamos (personal ajeno en una empresa muy grande de telefonía) es fenomenal, a pesar de los recientes recortes de plantilla. Y por cada persona hay unas dos máquinas. Esto quiere decir que el sitio está bastante caliente, pues entre monitores y ordenadores supongo que se debe disipar una cantidad de calor no despreciable. Por si fuera poco, justo al lado hay una sala de máquinas (que parece digna del mismísimo Titanic).

Todo esto viene a cuento de que con tanto calor hace falta una instalación de aire acondicionado bastante potente. Alguna vez, cuando he estado en los racks con los servidores he sentido como unas gélidas brisillas que provenían de unos misteriosos agujeros en el suelo, suelo que por cierto cobija una maraña de cables que amenazan con cobrar vida y estrangularle a uno en cualquier momento. Pero volvamos al tema del aire acondicionado.

No es raro, por ejemplo, que nos quejemos del excesivo calor o del excesivo frío; parece como si los aparatos de aire acondicionado sólo tuviesen dos posiciones de funcionamiento ("congelación" y "cocción") Así no es de extrañar que lleve una semana con un resfriado lo suficientemente incómodo como para hacer mi vida un tanto penosa. (No puedo achacar el resfriado exclusivamente a la temperatura en el trabajo, sino que habría que darle las gracias también a los autobuses y Metro de Madrid)

Lo peor ha sido hoy cuando, por un motivo que desconocemos, la infernal máquina de aire acondicionado se ha parado durante breves instantes. Ha sido como si cayese una bomba sobre todos los que estábamos trabajando en el laboratorio. Al principio eran caras de sorpresa. Luego fueron caras de fastidio, al darse cuenta el personal del escandaloso nivel habitual de ruido. Al cabo de unos momentos, el chisme ha vuelto a funcionar y se ha restablecido el status quo habitual: mucho ruido y la gente dando voces.

Me pregunto si tales condiciones no son perjudiciales para la salud. No se trata, claro, de un ruido como el de una taladradora pero sí es como un zumbido sordo que lo invade todo y que está permanentemente machacándote el cerebro, aunque no te resulte molesto salvo cuando, como hoy, la cosa se para y vuelve a arrancar. ¿Provocará un mayor cansancio? ¿Stress, quizá? ¿Qué pasará dentro de unos años, cuando todos hayamos pasado miles de horas sentados en semejantes condiciones?

Se me ha ocurrido que quizá en un futuro alguien tipifique algún tipo de sordera "de los informáticos".

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