[LIBRO] La Partícula Divina, de Leon Lederman
Editado a las 23:19 del 2008-09-14
Ahora que acaban de enchufar el chismito ese del LHC los medios nos han bombardeado con todo tipo de informaciones acerca de este artefacto: desde menciones medio en broma medio en serio de los chiflados augurios que vaticinan todo tipo de inopinadas desgracias mundiales hasta los esfuerzos más o menos heroicos de explicar qué se cuece (nunca mejor dicho) en las tripas del acelerador.Es en esto último donde la palma se la lleva el escurridizo bosón de Higgs, ente (de momento de carácter teórico) que sería responsable de la masa de las cosas, ahí es nada. Es tal la relevancia del bosón de marras que se le suele denominar comúnmente la partícula divina. Es un apelativo que le viene bastante bien, porque es como si se tratase de la partícula con la que Dios hace que nos demos porrazos contra el suelo (masa gravitatoria) o nos bamboleemos, incluso cuando estamos sobrios, en el Metro (masa inercial).
Pues el responsable de esta idea no es otro que nuestro autor, Leon Lederman, físico experimental ganador del Nobel de Física en el año 88 y director del Fermilab entre 1979 y 1989. En este libro, que lleva el sugerente subtítulo de «Si el Universo es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?» Lederman se propone llevarnos desde las primeras especulaciones que sobre la naturaleza de la materia formulase Demócrito hasta la promesa del Supercolisionador Superconductor del que ahora sabemos que fue cancelado justo el mismo año de la publicación de «La Partícula Divina».
La primera parte del libro se dedica a llevarnos de la mano desde los primeros griegos hasta la mecánica cuántica de primeros del siglo pasado: Demócrito, Copérnico, Kepler, Galileo, Newton, Lavoisier, Maxwell, Kelvin, Rutherford, Bohr... todos están ahí, con su grandeza y sus audaces saltos en el campo de la Física. Lederman se encarga de explicar por qué estos científicos son gigantes y cómo estaban subidos en los hombros de otros colosos menos populares: también desfilan Kirchoff, Oersted, Boscovich, Eotvos, Boyle... Se nota la querencia del autor por los físicos experimentales.
Esta primera parte es lo mejor del libro y creo que es bastante sencilla de seguir para cualquiera que recuerde más o menos sus clases de Física en enseñanza media. Sin embargo, la segunda parte es mucho más árida porque acomete la tarea de explicarnos la física en la que se basan los aceleradores de partículas, y cómo se detectan partículas cuya existencia sólo se deduce de las ecuaciones. Por tanto, tiene que tratar el modelo estándar y la supersimetría para concluir en el penúltimo capítulo con el mágico bosón de Higgs y la extraña idea de que el bosón de Higgs es responsable de la masa. Después viene un capítulo de teorías de gran unificación, supercuerdas y Big Bang, lo normal que se llevaba en el 93 para apuntalar las ventas de cualquier libro de divulgación.
De todas formas, tal vez lo más importante del libro es que trata de divulgar no sólo desde el lado científico sino también desde el lado humano (como esas anécdotas que sólo puede contar un pionero de los primeros aceleradores) e incluso el lado político, justificando el gasto presupuestario en ciencia pura (no en vano cuando Lederman escribió el libro el SSC aún existía como proyecto): son especialmente interesantes (y espeluzantes) los pasajes con sus declaraciones ante los comités del Congreso que tenían que aprobar los presupuestos multimillonarios.
El libro se encuentra publicado en castellano por Drakontos en su colección de bolsillo, y el precio de sus 578 páginas es de 15¤.