La vida por aguas turbulentas
Editado a las 22:04 del 2003-05-08
Una persona querida por mí lo está pasando mal, víctima del desamor. De esto me enteré ayer, vía una llamada familiar. El martes estuve hablando con ella y traté de ayudarla cuando había cometido un desaguisado con su tesina: no se sabía muy bien como, había machacado ciertos ficheros. La [i]actuación[/i] fue digna de un pringao de categoría como soy yo: usando el Messenger la guié en la instalación del servidor VNC, me instalé el cliente y vía modem de 56k tuve acceso a su ordenador. La cosa no tenía remedio, no había copias de seguridad y el archivo original había sido escrito varias veces. A ella la noté muy nerviosa, pero en ese momento pensé que se trataba por la pérdida del trabajo sufrido a base de teclear en el incómodo teclado de un ordenador portátil durante días y más días... hoy pienso que probablemente fuera por la horrible sensación de pérdida que uno siente clavada en el pecho cuando esa persona a la que amas, acaso sin saber muy bien por qué, te dice que la cosa ya ha llegado a su fin. Es curioso pero los topicazos como [i]romper el corazón[/i] describen a la perfección la sensación que se siente.Me hubiera gustado que ella hubiera tenido confianza en mí para decirme lo mal que se encontraba. De hecho me he sentido en principio un poco decepcionado, porque probablemente en su situación yo sí lo hubiera hecho -y espero no verme nunca en esa tesitura, voto a brios-. Luego he pensado que la confianza, como la amistad, no tiene necesariamente por qué ser mutua: el que yo sea amigo de alguien no significa necesariamente que ese alguien me considere amigo a mí. Y eso con el tiempo puede cambiar. Y yo soy paciente.
La vida de las parejas -en este caso poco más que novietes- termina cogiendo indefectiblemente un vaivén como de lucha: a base de triunfos y concesiones la cosa sigue para adelante. Creo que hay parejas en las que la cosa se va, con el paso del tiempo, amortiguando hasta que las diferencias se liman o se pactan, y entonces uno se da cuenta de que las piezas encajan en la suave, ansiada y agradable monotonía a la que cede paso la pasión del principio. En otras parejas estos vaivenes son auténticas batallas, con víctimas de por medio: van dando bandazos hasta que no quedan más figuras en ese tablero de Risk al que ya no se puede seguir jugando.
Cuando me enteré de la noticia, sentí el deseo de maldecir con toda mi alma inexistente a la otra persona a la que, involuntariamente, he tendido a hacer responsable de la desgracia; hasta que me he dado cuenta de que estaba siendo injusto. No se trata de buscar culpables y víctimas, aquí han perdido los dos. La única culpa que pueden tener unos u otros es no haberse dado cuenta antes de que la relación no iba bien o no haber tenido la valentía de asumirlo. ¿Acaso no es esto un pecado menor? ¿Qué sentido tiene demonizar al otro? Me parece que es mucho más contraproducente; dedicarse al "ya se veía venir" -que se veía-, o "este tío no te convenía" no es más que decir "mira que has sido gilipollas por estar con este memo". Este tipo de actitudes, hace que la otra persona se pregunte por qué narices nadie le dijo nada mientras la cosa duró.
Hoy, hablando con Bea, ella me ha contado que le pasó algo similar, e igualmente coincidió en la época en la que estaba acabando la carrera. Mucha casualidad, me ha dicho. Y pensando en mi historia, yo también sufrí alguna bofetada sentimental acabando la carrera, aunque como todo [i]geek[/i] lo mío nunca pasó de ser un quiero y no puedo nada más. Probablemente las inmediatas y desconocidas perspectivas que sólo alcanzan a atisbarse cuando uno está en los estadios finales de sus estudios hacen que se replantee cosas, e involuntariamente esto termine afectando a las relaciones -o, como en mi caso, a los intentos de tenerlas, o a la sensación de necesidad de intentarlas-.
La música, la música fue mi descanso. Y mira que era difícil no toparse con canciones que torpedeasen la delicada línea de flotación...